El tiempo se desliza inevitable, y ansioso.
Solo podemos contemplar su paso, mientras nos hace títeres de un andar del reloj.
Las divisiones austeras que la mente ha intentado hacer para explicarlo, han creado un presente y tal vez un futuro, basando conclusiones en esos bajos momentos de recuerdos a los que se les denomina pasado.
Relativo, he ahí, la inconsistencia de su estado. Ya que podría considerarse una virtud inherente a uno mismo, sin ser posesión o una fuerza externa.
Absurdamente, en la misma cuantificación suya, las horas han pasado lentas, generalmente cuando el tedio se apodera del ambiente, o tal vez, han pasado tan aprisa que los segundos se escurren en nuestros fatídicos e impotentes dedos.
Lo único tangible de su invisible presencia, son los hechos que su transitar han ocasionado, transformado, hasta convertirnos en la obra de su caprichoso antojo.
Cuantas veces quisimos regresar el tiempo? o tal vez... adelantarlo?