Bandadas rojas de ira se extendían raudas mientras el frenesí se hallaba todavía en las venas, miles de piernas conducidas por el irrefrenable deseo de sangre cubrían el volcán desnudo. Gritos ensordecedores cargados de furia incontrolable, espadas que giran en busca de cuerpos lacerantes.
Explosiones sin fin de lamentos, violencia por gotas que llevan a la catástrofe, golpes acertados que rompen costillas que abren la carne y exclaman blasfemias.
Fuego sin fin producido por la llamas de almas rotas, gritos en busca de muerte, presos del metal que los envuelve.
Dirigido tan sólo por las ansias, el coraje de uno se empieza a dispersar en el aliento comunitario, saboreando por gotas el preludio a la masacre.
Mientras las risas macabras esconden su miedo, ráfagas de golpes empiezan a romperle los tímpanos, cortes limpios desgarran la piel, puños sangrantes le quitan el espasmo.
Entonces. Otro grito distrae.
En medio del gris ambiente, su captura produce el terror anhelado. Tortura
Empiezan por los pies, cuchillas filosas se abren paso con despabilada soltura, cortes finos seguidos completos, mientras los gritos podrían romper de dolor a quién escuche.
Delgadas fibras son arrancadas con negra satisfacción, su clamor a los dioses podría quebrantar las montañas mientras le dan la espalda.
Sus cuerdas vocales se han roto antes de ser tocadas por el borde inesperado del suplicio.
Ahora es un manojo eterno de sangre, hasta llegar a las bolsas inertes y vacías de los ojos.
En el vacío de los cuerpos, podría ser que todo ha concluido. Podría.
Cuando una corriente alcanza la masa sin forma, dándole un soplo indiscutible juntando con premura todo lo roto, llenándolo de poder y venganza, de fuerza y destrucción, vida y origen.
Cada célula toma el espectral aliento, abarcando la enrarecida mirada, la piel restaurada cetrina blanca. Es acaso un demonio??
Cerca, más cerca.
