miércoles, 21 de abril de 2010

Rojiza desaparición


Algún día volveré a sonreír con todo el cuerpo, pensaba en voz alta, indescriptible angustiosa perdida....cuando un dolor cruzó mi cara, solo me quedó la ausencia cuando salio corriendo.
A punto de gritar, lo vi, mi corazón daba saltitos de rana por toda la casa.

No sé si era taquicardia lo que sentía, teniéndolo lejos y más aún escondido de mí, se sentía el vacío caliente que dejaba en mi pecho.

Un hilo rojo me seguía, mientras pálida lívida vacía realizaba una búsqueda carente de sentido, susurraba cuando el sonrojo natural desaparecía titilante.

Gritaba, corría, entretenido con mi aparente desaparecimiento.Una triste alternativa al mutismo que le impuse, cuando empezó la dictadura de mi cabeza.

El pedazo faltante, cierto día arrancado, no parecía importarle, deteniéndose acaso para tratar de ignorar la principiante ruptura; el inevitable dolor se acerca de nuevo.

Y no vuelve a su lugar de origen, no importa más la desesperación que desgaste, o la ausencia que genere.
Entumecimiento, labios azules, y una vida que se iba...

1 comentario:

Carlos dijo...

El corazón escapando, caprichoso a una vida exteriorizada para confrontar al ser con su razón. Único en su propia voluntad, marcando siluetas desconcertantes.